domingo, 6 de mayo de 2007

Capullos








En estos tiempos y, ahora que está tanto de moda, salir del armario siempre puede representar un gozo para según que multitudes; otros, en cambio, preferimos salir del capullo. Siempre había sido algo que deseaba hacer. Ya de pequeña, cuando en el colegio nos dieron la labor de cuidar gusanitos de seda dentro de una caja de cartón para poder ver la metamorfosis que se producía cuando salían de sus capullos para pasar a ser mariposas, conseguían llamar prodigiosamente mi atención aquellos huevos pequeños formados por hileras y hileras entrecruzadas de fina seda que parecía plástico. Me preguntaba cómo debía vivirse dentro de una cáscara como aquella, cómo sería el transcurso del tiempo dentro de ese cascarón pequeño… Cuando el experimento había llegado a su fin y aquel bicharraco feo que pretendía ser una mariposa salía de su huevo, perdía para mí ya toda clase de interés y me olvidaba de ella para centrarme tan sólo en aquel caparazón roto.

A veces, pensar en voz alta está bien, sobretodo, cuando te das cuenta que a tu lado hay personas que han imaginado lo mismo, que se han hecho las mismas preguntas que tu siendo niña, que han deseado saber como será la visión de un enorme capullo de seda y cómo se ve el mundo desde su interior.

Dicho y hecho, creamos el capullo de seda de la nada. En su hábitat, nada de cajitas de cartón medio destartaladas sino un buen árbol que lo sujetara y allá en su tronco, metros y metros de plástico fueron formando la cápsula que me albergaba como gusano negro en su interior. La sensación una vez dentro de tu caparazón, me resultó realmente exquisita y aunque sobrecogedora, sentida como si toda la vida la hubiera pasado ya dentro de un capullo de seda blanco (… quizás es así y por eso hay quien dice que vivo en mi mundo a parte…). La visión de aquello que te rodea, cambia totalmente cuando te cubren de capas y capas de plástico que te inmovilizan y llenan de sosiego tu alma. El mundo se ve cristalino a través del capullo y sientes, como aquel caparazón protege tu cuerpo del mundo exterior. Eso sí, para dar final a la metamorfosis había que romper la sedosa cápsula plástica aunque… dejamos las mariposas para verdes prados y allí entre la maleza, era tan sólo aquel negro gusano el que rompía de forma vivaz su cáscara para salir de su caparazón.


… angel_negro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te felicito por lo imaginativo!